miércoles, 13 de marzo de 2013

Opinión del grupo

Nos ha gustado hacer este trabajo porque nos ha ayudado a mejorar grupal e individualmente, este trabajo es un esfuerzo que hemos realizado y estamos muy contentos de como ha salido todo.


martes, 12 de marzo de 2013

René Descartes: daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro.

René Descartes, también llamado Renatus Cartesius, fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados de la revolución científica.

Aspectos más importantes:

El padre de la filosofía moderna

Al menos desde que Hegel escribió sus Lecciones de historia de la filosofía, en general se considera a Descartes como el padre de la filosofía moderna, independientemente de sus muy relevantes aportes a las matemáticas y la física. Este juicio se justifica, principalmente, por su decisión de rechazar las verdades recibidas, p. ej., de la escolástica, combatiendo activamente los prejuicios. Y también, por haber centrado su estudio en el propio problema del conocimiento, como un rodeo necesario para llegar a ver claro en otros temas de mayor importancia intrínseca: la moral, la medicina y la mecánica. En esta prioridad que concede a los problemas epistemológicos, lo seguirán todos sus principales sucesores. Por otro lado, los principales filósofos que lo sucedieron estudiaron con profundo interés sus teorías, sea para desarrollar sus resultados o para objetarlo. Este es el caso de PascalSpinozaNewton,LeibnizMalebrancheLockeHume y Kant, cuando menos. Sin embargo, esta manera de juzgarlo no debe impedirnos valorar el conocimiento y los estrechos vínculos que este autor mantiene con los filósofos clásicos, principalmente con Platón y Aristóteles, pero también Cicerón y Sexto Empírico.13 Descartes aspira a «establecer algo firme y durable en las ciencias». Con ese objeto, según la parte tercera del Discurso, por un lado él cree que en general conviene proponerse metas realistas y actuar resueltamente, pero prevé que en lo cotidiano, así sea provisionalmente, tendrá que adaptarse a su entorno, sin lo cual su vida se llenará de conflictos que lo privarán de las condiciones mínimas para investigar. Por otra parte, compara su situación a la de un caminante extraviado, y así concluye que en la investigación, libremente elegida, le conviene seguir un rumbo determinado. Esto implica atenerse a una regla relativamente fija, un método, sin abandonarla «por razones débiles»...


La metafísica

Otra postura que Descartes sostiene es la evidencia de la libertad. Pero más que discutir la realidad o no del libre albedrío, Descartes parece partir de la hipótesis de que él mismo es libre para poner esta libertad en práctica: ya la investigación, en su caso, resulta de una determinación voluntaria y libre. Además, la epistemología cartesiana, vg., su investigación sobre las condiciones de validez del conocimiento, hace un aporte tácito, pero fundamental, al campo de la filosofía práctica: la responsabilidad no es ilusoria, pues si hay conocimiento legítimo, y éste versa en parte sobre algunas relaciones causales, hemos de tomar nuestras decisiones sin dar oídos sordos a las consecuencias previsibles de nuestros actos.
Sin embargo, parece que Descartes nunca intentó demostrar la corrección de la citada hipótesis sobre el libre albedrío, como no fuera poniéndola a prueba indirectamente, acaso examinando su capacidad de producir resultados favorables. Descartes compara el cuerpo de los conocimientos a un árbol cuyas raíces son de tipo metafísico, el tronco equivale a la física, y las ramas principales son las artes mecánicas, cuya importancia está en que permiten disminuir el trabajo de los hombres, la medicina y la moral. La metafísica es fundamental, pero añade que los frutos de un árbol no se cogen de las raíces, sino de las ramas.

Teoría de las dos sustancias

La sustancia es aquello que existe por sí mismo sin necesidad de otra cosa, es decir, es aquello autosubsistente.16
Partiendo del cogito, pensamiento, Descartes sostiene que él mismo es sólo una sustancia pensante, dado que ni siquiera el escéptico radical puede negar la existencia del pensamiento, su negación sería un pensamiento más, mientras sí puede mantenerse una duda sobre el cuerpo.3
Este razonamiento es sospechoso, dado que una idea tan evidente como el propio cogito puede ponerse en duda en términos generales (es inteligible la frase: «las ideas más evidentes son dudosas, acaso están equivocadas»), y esta clase de duda sólo queda claramente superada cuando se refutan las razones más radicales para dudar que ha admitido la investigación. Además, sólo estas mismas razones habían permitido poner en duda las más elementales de las ideas sensibles, Cfr. el argumento escéptico del sueño y sus secuelas inmediatas, tanto en el Discurso IV, como en la Meditación I. Ahora bien, entre estas ideas simples se encuentran la extensión, la figura, etc.17 que Descartes acepta sin más como indudables y constitutivas de la sustancia corpórea, sometida por tanto al espacio y a medidas espaciales de igual forma que el tiempo.18
En cualquier caso, la teoría de las dos sustancias nos invita a un mundo dualista. Para llegar de una realidad a otra, del cuerpo al alma (en la percepción sensorial), o viceversa, como en el movimiento voluntario, Descartes menciona que hay una glándula en el cerebro humano, la pineal, donde se encuentra el punto de contacto entre ambas sustancias. Por supuesto, Descartes nunca pudo verificar esta afirmación.


Por otro lado Descartes afirma que hay dos tipos de sustancia, la infinita y la finita. La sustancia infinita es Dios, que es un ser perfecto o infinito, estas dos nociones parecen equivalentes, tal como Descartes las empleó. Tradicionalmente, se considera que Descartes introduce a Dios en su metafísica como garantía de la verdad, pero esto da lugar al profundo problema de la circularidad, que Descartes mismo señala en la «Carta a los Decanos y Doctores...» que antecede a las Meditaciones.








Filosofía Helenística
Recibe este nombre la filosofía desarrollada durante el Helenismo (periodo que abarca en sentido estricto desde la creación del Imperio griego por Alejandro Magno, a finales del siglo IV a. C., hasta la conquista de la nación griega por los romanos en la mitad del siglo II a. C).
En esta última etapa del pensamiento griego no encontramos filósofos de la talla de Platón y Aristóteles, ni tampoco una filosofía sistemática que abarque los más importantes temas de la filosofía (ontología, teoría del conocimiento, ética...). Las preocupaciones filosóficas fundamentales se refieren a cuestiones morales y a la felicidad. El tema constante es el ideal del sabio: el filósofo que mediante el uso de su razón consigue la vida buena y el equilibrio emocional que le permite sobrellevar felizmente las distintas circunstancias de su vida; la filosofía se convierte en el saber práctico que faculta a quien la sigue el autodominio y la paz interior; precisamente la recomendación, tan común en la actualidad, de “tomarse las cosas con filosofía” tiene su origen en este ideal de filosofía práctica desarrollado en el helenismo. Si en esta época se cultivan las disciplinas filosóficas no prácticas es siempre con vistas a la influencia que éstas pueden tener en el cumplimiento del objetivo citado. Así, cuando los estoicos o los epicúreos desarrollan cuestiones físicas o lógicas lo hacen en la medida en que dichas investigaciones pueden ser útiles para el sabio (la teoría del clinamen es un ejemplo: sirvió a los epicúreos para la defensa de la libertad y para enfrentarse al determinismo astrológico).
La ampliación del horizonte político que supuso el gran imperio conquistado por Alejandro trajo consigo dos elementos que, como habitualmente se indica, determinaron la decadencia de la filosofía griega: por un lado la separación del individuo de lo que hasta ese momento había sido su ámbito político y existencial: la Polis. Ahora el individuo ya no se siente inmerso en una comunidad próxima a su circunstancia vital, comunidad autónoma en relación a las demás y en donde el ciudadano de la época clásica podía encontrar el marco básico para su desarrollo personal. Esta falta de raigambre en la ciudad se reflejará por ejemplo en varios aspectos de la filosofía helenística: la superación del provincialismo mediante la reivindicación del mundo entero como patria (cosmopolitismo) que encontramos en los estoicos, y la creencia de que la felicidad del individuo no coincide necesariamente con el bien del Estado y la comunidad en su conjunto. Las soluciones éticas ya no son soluciones políticas como en Platón y Aristóteles, sino soluciones que comprometen a cada uno en particular. Este individualismo que claramente se observa en el epicureísmo está muy lejos de los ideales morales y políticos de la época clásica.
En segundo lugar, el imperio supuso que la cultura griega superase los límites de la nación griega, provocando la helenización de otras tierras y culturas y, a la vez, la entrada en el mundo griego de elementos orientales, lo que afectó también a la propia filosofía. Parte de la teología estoica y particularmente sus creencias en la adivinación y la astrología son en gran medida consecuencia de esta orientalización de la cultura griega.

Video sobre Platón


Platón


Platón

Filósofo griego (Atenas, 427 - 347 a. C.). Nacido en el seno de una familia aristocrática, abandonó su vocación política por la Filosofía, atraído por Sócrates. Siguió a éste durante veinte años y se enfrentó abiertamente a los sofistas (Protágoras, Gorgias…). Tras la muerte de Sócrates (399 a. C.), se apartó completamente de la política; no obstante, los temas políticos ocuparon siempre un lugar central en su pensamiento, y llegó a concebir un modelo ideal de Estado. Viajó por Oriente y el sur de Italia, donde entró en contacto con los discípulos de Pitágoras; luego pasó algún tiempo prisionero de unos piratas, hasta que fue rescatado y pudo regresar a Atenas.

Platón
Allí fundó una escuela de Filosofía en el 387, situada en las afueras de la ciudad, junto al jardín dedicado al héroe Academo, de donde procede el nombre deAcademia. La Escuela, una especie de secta de sabios organizada con sus reglamentos, residencia de estudiantes, biblioteca, aulas y seminarios especializados, fue el precedente y modelo de las modernas instituciones universitarias.
En ella se estudiaba y se investigaba sobre todo tipo de asuntos, dado que la Filosofía englobaba la totalidad del saber, hasta que paulatinamente fueron apareciendo -en la propia Academia- las disciplinas especializadas que darían lugar a ramas diferenciadas del saber, como la Lógica, la Ética o la Física. Pervivió más de novecientos años, hasta que Justiniano la mandó cerrar en el 529 d. C., y en ella se educaron personajes de importancia tan fundamental como Aristóteles.
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han conservado casi completos y se le considera por ello el fundador de la Filosofía académica (a pesar de que su obra es fundamentalmente un desarrollo del pensamiento socrático). La mayor parte están escritos en forma deDiálogos, como los de La República, Las Leyes, El Banquete, Fedro Fedón.
El contenido de estos escritos es una especulación metafísica, pero con evidente orientación práctica. El mundo del verdadero ser es el de las ideas, mientras que el mundo de las apariencias que nos rodean está sometido a continuo cambio y degeneración. Igualmente, el hombre es un compuesto de dos realidades distintas unidas accidentalmente: el cuerpo mortal (relacionado con el mundo sensible) y el alma inmortal (perteneciente al mundo de las ideas, que contempló antes de unirse al cuerpo). Este hombre dual sólo podría conseguir la felicidad mediante un ejercicio continuado de la virtud para perfeccionar el alma; y la virtud significaba, ante todo, la justicia, compendio armónico de las tres virtudes particulares, que correspondían a los tres componentes del alma: sabiduría de la razón, fortaleza del ánimo y templanza de los apetitos. El hombre auténtico será, para Platón, aquel que consiga vincularse a las ideas a través del conocimiento, acto intelectual -y no de los sentidos- consistente en que el alma recuerde el mundo de las ideas del cual procede.
Sin embargo, la completa realización de este ideal humano sólo puede realizarse en la vida social de la comunidad política, donde el Estado da armonía y consistencia a las virtudes individuales. El Estado ideal de Platón sería una República formada por tres clases de ciudadanos -el pueblo, los guerreros y los filósofos-, cada una con su misión específica y sus virtudes características: los filósofos serían los llamados a gobernar la comunidad, por poseer la virtud de la sabiduría; mientras que los guerreros velarían por el orden y la defensa, apoyándose en su virtud de la fortaleza; y el pueblo trabajaría en actividades productivas, cultivando la templanza.

Los Sofistas


Los sofistas eran los sabios primitivos que a partir de Sócrates y Platón perdieron su prestigio, siendo designados con este nombre en sentido peyorativo.
Eran pensadores que en el siglo quinto antes de Cristo se dedicaban a enseñar principalmente retórica, o sea el arte de hablar bieny de la erística, o arte de persuadir y convencer.
El objetivo de los sofistas era darle la formación a los jóvenes, que ellos consideraban necesaria, para dedicarse a la política.
El sofismo representa el fin del período llamado cosmológico, en que la inquietud del saber se centraba en la naturaleza, y el inicio del período antropológico, centrado en el hombre.
La inestable situación política de Grecia obligaba al ciudadano libre a intervenir más en los asuntos del Estado en virtud de la disparidad de las doctrinas filosóficas existentes.

Los sofistas no creían en el ideal de la verdad absoluta y priorizaban el concepto de utilidad, enseñando la virtud como la capacidad de ser eficaz en política.
Para el sofismo toda moral y cultura proviene del hombre y este concepto los llevó a romper con el pensamiento tradicional que los llevó a un escepticismo y relativismo subjetivo.
Creían en el carácter funcional del lenguaje y en que no existe un conocimiento válido y necesario, y esta forma de pensar los convirtió en los primeros en incursionar en una teoría del conocimiento.
Las doctrinas de Parménides y Heráclito llevaron a una actitud escéptica sobre la validez de la percepción de los sentidos, ya que si según Parménides el Ser es estático, inmóvil, eterno y el movimiento ilusorio; la percepción nos engaña; o si según Heráclito todo está cambiando sin cesar y lo único seguro es el cambio, también es imposible darle crédito a lo que percibimos.
La opinión de filósofos prominentes antes de Sócrates y Platón, aún se contradecían unos a otros porque todavía no habían surgido pensadores capaces de hacer una síntesis superior, con lo verdadero de ambas posturas.
Por lo tanto, existía desconfianza en las cosmologías de los filósofos presocráticos, que provocó volver la mirada del hombre hacia si mismo.
Platón fue el que brindó la posibilidad de tener en cuenta la mutabilidad y la estabilidad de las cosas y también la reflexión sobre las civilizaciones y las culturas.
Estas diferencias hacían que se cuestionaran sobre si las distintas formas de vivir y los diferentes códigos religiosos y éticos eran producto del hombre y en consecuencia mutables o bien impuestos por ley, o tal vez dependían de la naturaleza, o podían ser verdades reveladas en forma sagrada o divina.
Protágoras, el más notable de los sofistas, se ocupaba del microcosmos más que del macrocosmos, o sea del hombre, como el misterio más grande, su civilización y sus costumbres.
El sofismo también se diferenció de la filosofía griega por su método, ya que aunque la vieja filosofía no excluía la observación empírica era típicamente deductiva, o sea que una vez que el sabio tenía un principio constitutivo general del mundo debía explicar a partir de él los fenómenos concretos. En tanto que los sofistas trataban de reunir una gran cantidad de observaciones de hechos particulares para sacar conclusiones, tanto teóricas como prácticas, siendo su método por lo tanto, empírico inductivo.
Estas conclusiones no pretendían establecer normas basadas en una verdad absoluta; a diferencia de la filosofía griega antigua que buscaba la verdad objetiva, ya que los cosmólogos querían descubrir esa verdad objetiva del mundo en forma desinteresada.
El método sofista más cuestionado era la enseñanza de la erística o el arte de persuadir y ganar las controversias, principalmente en lo concerniente a ganar los litigios judiciales. Obviamente en la práctica, esta habilidad podía equivaler a que la causa injusta pareciera justa, cuestión contraria al afán de llegar a la verdad de los antiguos filósofos.
Los jóvenes recibían con entusiasmo las enseñanzas sofistas pero los mayores tradicionalistas temían por la formación de sus descendientes.
El sofismo sirvió de transición a la fase de la filosofía de Platón y Aristóteles que siempre los consideraron en forma peyorativa.



John Locke


John Locke nació en Wrington (cerca de Bristol), Inglaterra, el 29 de agosto de 1632. Se educó en la Westminster School y en la Christ Church de Oxford. En 1658 se convirtió en tutor y profesor de Griego y Retórica. Más tarde volvió a Oxford y estudió medicina.Fue un pensador inglés considerado el padre del empirismo y del liberalismo moderno.
La fama de Locke era mayor como filósofo que como pedagogo. Prácticamente todo el pensamiento posterior fue influenciado por su empirismo, hasta desembocar en el escepticismo de Hume. En lo pedagógico, Locke no pretendió crear un sistema educativo, sino explicar los lineamientos de la educación para los hijos de la nobleza, por consiguiente sus ideas representan tanto un reflejo de la percepción pedagógica de su tiempo como una reflexión profunda sobre sus bondades, defectos y alcances.
Influyó de forma determinante en las ideas de la Revolución Gloriosa y la Declaración de Derechos Británica de 1689.
Tras algunas vicisitudes en el mundo de la política internacional, que le valieron no pocos problemas, Locke volcó la experiencia de su vida intelectual en dos obras cumbre: Ensayo sobre el entendimiento humano (1690) y Pensamientos sobre educación (1692).
Su epistemología (teoría del conocimiento) no cree en la existencia del innatismo y el determinismo, considerando el conocimiento de origen sensorial, por lo que rechaza la idea absoluta en favor de la probabilística matemática. Para Locke, el conocimiento solamente alcanza a las relaciones entre los hechos, al cómo, no al por qué. Por otra parte cree percibir una armonía global, apoyado en creencias y supuestos evidentes por sí mismos, por lo que sus pensamientos también contienen elementos propios del racionalismo y el mecanicismo.
Cree en un Dios creador cercano a la concepción calvinista del gran relojero, basando su argumentación en nuestra propia existencia y en la imposibilidad de que la nada pueda producir el ser. Es decir, un Dios tal como lo describe el pensador racionalista, René Descartes, en el Discurso del método, en la tercera parte del mismo. De la esencia divina solamente pueden ser conocidos los accidentes y sus designios solamente pueden ser advertidos a través de las leyes naturales.
Trata la religión como un asunto privado e individual, que afecta solamente a la relación del hombre con Dios, no a las relaciones humanas. En virtud de esta privatización el hombre se libera de su dependencia de la disciplina e imposiciones eclesiásticas y sustrae la legitimidad confesional a la autoridad política, puesto que considera que no hay base bíblica para un estado cristiano.
Considera la ley natural un decreto divino que impone la armonía global a través de una disposición mental (reverencia, temor de Dios, afecto filial natural, amor al prójimo), concretada en acciones prohibidas (robar, matar y en definitiva toda violación de libertad ajena), que obligan en favor de la convivencia.En política, John Locke es considerado el padre del liberalismo moderno. Propone que la soberanía emana del pueblo; que la propiedad, la vida, la libertad y el derecho a la felicidad son derechos naturales de los hombres, anteriores a la constitución de la sociedad.
El Estado tiene como misión principal proteger esos derechos, así como las libertades individuales de los ciudadanos. También sostiene que el gobierno debe estar constituido por un rey y un parlamento. El parlamento es donde se expresa la soberanía popular y donde se hacen las leyes que deben cumplir tanto el rey como el pueblo. Anticipándose a Montesquieu, a quien Locke influyó, describe la separación del poder legislativo y el ejecutivo. La autoridad del Estado se sostiene en los principios de soberanía popular y legalidad. El poder no es absoluto sino que ha de respetar los derechos humanos.
Al Estado le confiere funciones de decisión en controversias entre los individuos, en el contexto de la pluralidad y la tolerancia, puesto que se dan diversidad de opiniones e intereses entre los hombres, fruto de las distintas vías individuales de búsqueda de la felicidad, por lo que el desacuerdo y los conflictos son inevitables.
Postula que los hombres viven en el estado de naturaleza en una situación de paz y sometidos a leyes naturales que surgen de la razón. Los hombres salen a través del pacto social del estado de naturaleza porque no existe allí justicia imparcial que asegure los derechos naturales. El ingreso a la sociedad civil es a través del contrato. Si es violado por la autoridad pública que resultó de la voluntad de los ciudadanos, se vuelve al estado de naturaleza. La autoridad se sostiene en tanto asegure los derechos naturales que el individuo buscó proteger al entrar en la sociedad.

David Hume

David Hume (Edimburgo,7 de mayo de 1711 –  25 de agosto de 1776) fue un filósofo, economista, sociólogo e historiador escocés y constituye una de las figuras más importantes de la filosofía occidental y de la Ilustración escocesa.Los historiadores consideran que la filosofía de Hume no es válida como una profundización en el escepticismo, aunque esta visión ha sido discutida argumentando que el naturalismo tiene un peso comparable en su pensamiento.Hume estuvo fuertemente influido por los empiristas John Locke y George Berkeley, así como por varios escritores franceses como Pierre Bayle, y algunas figuras del panorama intelectual anglófono como Isaac Newton, Samuel Clarke, Francis Hutcheson y Joseph Butler.Hume afirma que todo conocimiento deriva en última instancia de la experiencia sensible, siendo esta la única fuente de conocimiento y sin ella no se lograría saber alguno.

A continuación un esquema de su pensamiento:

La experiencia en Hume:  Conocimiento y Ética

Hume mantendrá que podremos hacer de la filosofía un saber firme al modo de las ciencias naturales si la fundamentamos en el conocimiento de la naturaleza humana. La ciencia del hombre debe basarse en la experiencia y en la observación y no en especulaciones o en meras deducciones. El hombre es un ser racional por lo que una investigación será el estudio relativo al entendimiento; pero también es un ser de acción, un ser práctico, por lo que otro estudio deberá referirse a la moral.

Teoría del Conocimiento:

Hume llama percepciones a los contenidos de la mente y los divide en impresiones (datos de la experiencia presente, y que tienen las características de fuerza y vivacidad) e ideas, o imágenes débiles de las impresiones. Mediante la imaginación y la memoria podemos hacer que las impresiones aparezcan de nuevo como ideas. 

Para Hume la imaginación es la facultad que más determina nuestro modo de considerar el mundo y está sometida a las leyes de la asociación, que rigen la aparición de las ideas en nuestra mente: ley de la semejanza, ley de la contigüidad (en el tiempo y en el espacio), y ley de la causa y efecto. El conocimiento humano se divide en dos tipos: el de las relaciones entre ideas; y el de las cuestiones de hecho. El primero da lugar a la matemática, se basa en la razón, es independiente de la experiencia y permite alcanzar proposiciones necesarias. El conocimiento que se refiere a las cuestiones de hecho depende de la experiencia, no puede trascender los límites de lo percibido y no es un conocimiento necesario pues siempre cabe que se dé algo contrario a lo que hasta ahora hemos experimentado. Hume ofrece un criterio para decidir acerca de la verdad de nuestras ideas: sólo podemos tener conocimiento de aquello que se muestre a la percepción; una idea es legítima o verdadera si tiene a su base una impresión; nuestras impresiones son el límite del conocimiento. Con este criterio examinará las concepciones tradicionales de la filosofía.

Critica a la idea de sustancia. Esta idea carece de fundamento pues no reposa en ninguna impresión: no tenemos ninguna impresión de una mesa como siendo sustancia, tenemos sólo impresiones de su color, de su tamaño, de su peso etc., las cosas agotan su ser en las características sensibles que de ellas experimentamos.

Critica a la idea tradicional de causalidad. Para esta concepción, es posible el conocimiento a priori de vínculos causales; además, afirmará, si A es causa de B, entonces en A se encuentra cierto poder, virtud o capacidad para producir B; y si A es causa de B, entonces necesariamente cuando en el mundo tengamos A deberemos tener B. Hume negará todo ello: las relaciones causales entre las cosas no se pueden establecer a priori, mediante la comprensión de los conceptos de dichas cosas; nuestro conocimiento de dichas relaciones es sólo un conocimiento empírico, pues se trata de cuestiones de hecho. Por otro lado, si describimos lo que experimentamos cuando percibimos una supuesta relación causal, no encontramos ni el poder ni la necesidad: no encontramos ningún poder, sólo vemos que a una cosa le sigue otra, encontramos sucesión de fenómenos, pero nada más; y esa sucesión no garantiza ninguna tesis relativa a necesidades: sólo podemos hablar de necesidades para referirnos a aquello cuya negación da lugar a contradicciones, pero de ningún hecho podemos decir que su contrario sea imposible. Ello implica que nuestras expectativas respecto de los acontecimientos futuros no están fundamentadas racionalmente. Hume encuentra que dicho fundamento reposa más bien en el hábito, en la costumbre: cuando hemos experimentado reiteradamente la conjunción entre dos cosas, (p. ej. que "B" sigue habitualmente a "A"), entonces dicha costumbre lleva a nuestra mente a suponer que en el futuro debe ocurrir que si se da "A" debe darse también "B". El hábito como disposición mental, producto de la experiencia reiterada, está a la base de nuestras creencias sobre los hechos futuros. 

Nuestras tesis relativas a la existencia de una realidad exterior, distinta a nuestras impresiones, están basadas en la causalidad: creemos que los objetos exteriores son la causa de nuestras impresiones; pero esta tesis no tiene fundamento empírico, pues no podemos conocer otra cosa que no sean nuestras impresiones. Hume defiende el fenomenismo: sólo conocemos las percepciones; las impresiones son los datos primitivos del conocimiento; no conocemos una realidad distinta a nuestras percepciones, de la realidad exterior tenemos simple creencia.

La existencia de Dios. Dios es incognoscible: no se puede demostrar su existencia, porque sólo es demostrable aquello que implica contradicción, pero la no-existencia de un objeto no implica contradicción alguna, luego las demostraciones tradicionales relativas a Dios no sirven, ni siquiera la que hace mención a la causalidad en relación al orden del mundo (que de todas las pruebas, es la mejor).

El yo la identidad personal. Hume niega que el yo pueda entenderse como una substancia: si decimos que somos una sustancia, esa tesis estaría fundamentada si tuviésemos una impresión correspondiente a dicho carácter sustancial, una impresión permanente a lo largo de nuestra vida psíquica, pero eso no es así, más bien ocurre que a una impresión le sigue otra, y a ésta otra: no encontramos ninguna impresión constante. No existe el yo como sustancia distinta de las impresiones e ideas y que sea algo así como un sujeto permanente de los actos psíquicos. Nuestra conciencia de identidad no proviene de aquel supuesto carácter sustancial de nuestro yo sino más bien de la memoria de la sucesión de distintas impresiones. El yo no es otra cosa que el conjunto de impresiones (de actos psíquicos).

El Emotivismo Moral:

Hume se pregunta en qué medida la razón o el sentimiento es el fundamento de la moral. La mayor parte de filósofos anteriores (particularmente Sócrates y Platón) defendieron el racionalismo moral, teoría para la que la distinción entre lo bueno y lo malo tiene su origen en la razón. Hume comienza señalando que ciertamente la alabanza o censura moral parecen estar relacionadas con la utilidad de la cualidad (amabilidad, honestidad,...) o de la acción (justicia, robo) moralmente valorada, y se premian o se castigan en función de sus consecuencias (de si nos mejoran o perjudican). Aquí la razón tiene algún papel pues puede encontrar qué medios debemos utilizar para conseguir lo beneficioso para la sociedad. Pero Hume afirmará la insuficiencia de la razón en la experiencia moral y pondrá al sentimiento como fundamento moral.

Si la razón fuese el fundamento de la moral, entonces lo moral tendría que ser o bien una cuestión de hecho, o bien una cuestión de relación. Lo moral no es una cuestión de hecho: si hacemos una descripción exhaustiva de todos aquellos elementos que forman parte de una acción que despierte en nosotros una valoración moral, no encontramos el supuesto carácter de bueno o de malo de dicho acción; los hechos y los elementos que componen los hechos son todas aquellas cosas que se dan a la percepción; percibimos los objetos físicos, sus colores, sus características espaciales, pero no percibimos el carácter de bueno de esa acción, lo moral no es un rasgo físico de ella. Pero lo moral tampoco es una cuestión de relación: para examinar el valor moral de una acción o de una cualidad hay que relacionarlas con otras acciones, objetos o cualidades, pero aunque logremos captar perfectamente las relaciones que esa acción o esa cualidad mantiene con otras cosas, de nuevo, el carácter de bueno no aparece en la descripción de dichas relaciones.

La moralidad está determinada por el sentimiento. El asentimiento (o rechazo) moral no consiste en el descubrimiento de una nueva relación entre las cosas, sino en la respuesta emotiva ante ellas. Llamamos virtuosa a cualquier acción o cualidad que da al espectador un sentimiento placentero de aprobación. Hume encuentra una analogía de la moral con la experiencia estética: lo bello depende de ciertas relaciones, pero no es el conjunto de relaciones; la belleza no es un hecho, ni una parte de un hecho, no es una propiedad del objeto, es sólo el efecto que un objeto produce en nuestra mente. Además, el sentimiento es el fundamento de los fines: en tanto que algo es un buen medio para alcanzar un fin, lo valoramos moralmente, por lo que el fin es esencial en toda cuestión moral. Sin embargo la razón sólo puede mostrarnos que es un buen medio para conseguir el fin, pero no puede hacer que algo sea un fin para nosotros. Hasta que el sentimiento no se despierta en nosotros ante algo, ese algo no es un fin para nosotros: sentimiento positivo por la felicidad del género humano, negativo por su miseria.

En conclusión, hay dos esferas de nuestra subjetividad. La esfera de la razón: dirigida al conocimiento de lo verdadero y lo falso; nos descubre lo que hay, los medios para alcanzar un fin; es eterna. La esfera del gusto: da sentimientos de belleza y deformidad, de vicios y de virtudes; embellece y da más a lo real; es el resorte de la acción (nos da fines); depende de nuestra constitución animal.

Aquí les dejamos dos vídeos sobre la biografía y filosofía de Hume:







Aristóteles

Así como Platón, desde una inspiración principalmente geométrica, es el fundador de la filosofía dialéctica, académica, aunque desarrollada por cauces no escolásticos, su discípulo Aristóteles, desde una inspiración predominantemente naturalista, es el fundador del sistema filosófico más poderoso del mundo antiguo, enraizado en las ciencias de su época, a cuyo desarrollo contribuyó en primera línea: ciencias biológicas, ciencias políticas, lógica formal. También es el creador de la teología natural y del monoteísmo filosófico, sobre el cual se apoyarían ulteriormente la teología judía, la cristiana y la musulmana. Nacido en Estagira (en el reino de Macedonia) hacia 384/383 a.n.e. –por lo que también se le conoce como el Estagirita [«y entre esos Filósofos antiguos ciertamente se puede contar el mayor de todos ellos, esto es, el grande Estagirita...», Feijoo, Cartas 5:1]– hijo del médico Nicómaco, huérfano desde muy joven, su tutor Próxeno decidió llevarle a Atenas, para incorporarle a la Academia, donde fue discípulo de Platón durante veinte años (entre 367-366 y 347-346), hasta el fallecimiento del maestro. Al hacerse cargo Espeusipo, sobrino de Platón, de la dirección de la Academia, Aristóteles se trasladó junto con Jenócrates a la ciudad de Assos, donde dirigió una escuela platónica. Se asentó luego en Mitilene (345-343), de donde pasó a la corte del rey Filipo de Macedonia, donde fue preceptor de Alejandro, el heredero, hasta que en 340 asumió el poder. Hacia 335 regresó Aristóteles a Atenas (donde era meteco, extranjero sin derecho a intervenir activamente en aquella democracia), y en competencia con la Academia (dirigida por Jenócrates, tras la muerte de Espeusipo) fundó su propia escuela, en los jardines públicos del santuario dedicado a Apolo Liceo, de donde fue conocida como Liceo, y peripatéticos sus discípulos (por pasear bajo el perípatos, o paseo cubierto del jardín). Fallecido Alejandro Magno en 323, el antimacedonismo ateniense le obligó a retirarse a Calcis, en la cercana isla de Eubea, donde falleció al siguiente año.